Blossom Tales II da a la fórmula Zelda un simpático toque metanarrativo
El único juego de Zelda al que he jugado fue Link’s Awakening, en la Game Boy. No me siento defraudado por ello. De hecho tengo la clara impresión de que fue uno de los mejores, si no el que más destiló la esencia de la serie.
Esa esencia se ha abierto camino en Blossom Tales II, un encantador juego de aventuras ligeras en el sentido clásico de «ir de aventuras» más que en el de «frotar todos los objetos con todos los demás objetos hasta que te dejen volver a jugar».
Representas una historia contada por tu abuelo, que te ha puesto en la piel del pequeño héroe de un pueblo que debe rescatar a su hermano del siniestro Rey Minotauro. Ambos intervenís de vez en cuando, a veces provocando una decisión que cambia un poco el juego, ya que tu abuelo arregla las cosas a tu gusto. No llega a los extremos metanarrativos de un Juarez Gunslinger, pero es un toque simpático y mantiene la relevancia del marco.
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