El director de Elden Ring se siente «apologético hacia cualquiera» que encuentre los juegos de FromSoftware demasiado difíciles

Elden Ring ha reavivado los consabidos temas de conversación en torno a los juegos de FromSoftware: ¿son demasiado difíciles? ¿Deberían tener un modo fácil?

Hidetaka Miyazaki, el director de todos estos juegos, habló sobre el tema en una nueva entrevista con Simon Parkin en el New Yorker. «Siempre buscamos mejorar, pero, en nuestros juegos en concreto, las dificultades son lo que da sentido a la experiencia», afirma. «Así que no es algo que estemos dispuestos a abandonar por el momento. Es nuestra identidad».

«Nunca he sido un jugador muy hábil», dice Miyazaki. «Muero mucho. Así que, en mi obra, quiero responder a la pregunta: Si la muerte ha de ser algo más que una marca de fracaso, ¿cómo le doy sentido? ¿Cómo hago que la muerte sea agradable?».

«Siento disculpas hacia cualquiera que sienta que hay demasiado que superar en mis juegos. Sólo quiero que el mayor número posible de jugadores experimente la alegría que produce superar las dificultades.»

Miyazaki se resiste a los intentos de relacionar la dificultad de sus juegos con experiencias de su vida o su carrera. «No diría que la historia de mi vida, por decirlo en términos grandilocuentes, haya afectado a mi forma de hacer juegos», afirma. «Una forma más precisa de verlo es la resolución de problemas. Todos nos enfrentamos a problemas en nuestra vida cotidiana. Encontrar respuestas siempre es satisfactorio. Pero en la vida, ya sabes, no hay muchas cosas que nos proporcionen esas sensaciones fácilmente.»

Aunque Miyazaki no está dispuesto a eliminar las dificultades de su obra, Ed consideró su último «el Souls más alentador hasta la fecha» en su crítica de Elden Ring. Entre otras cosas, cita la posibilidad de invocar animales fantasmales a tu lado. «Eso es lo que tiene Elden Ring, su mundo abierto te cubre las espaldas, a su manera -a menudo dolorosa-«. (Nosotros también te cubrimos las espaldas con nuestras guías de Elden Ring).

Miyazaki no admite nada parecido en The New Yorker, pero el artículo completo merece la pena leerlo para conocer mejor sus motivaciones y su estilo de gestión.