¿Has jugado a.7 días para morir?
Ya he mencionado antes que me gustan los juegos de supervivencia con un objetivo que va más allá de seguir vivo, porque si sobrevivir es el único objetivo, ¿qué sentido tiene vivir? Grounded tiene su misión principal y Minecraft tiene el Dragón de Ender, por ejemplo, que te da algo por lo que trabajar más allá de simplemente mantener tu corazón latiendo. 7 Days to Die es el mayor contrapunto a eso, con sus rutinarios ataques de horda semanales que ofrecen una jugabilidad más agradable que me mantiene jugando más allá de mi hora de acostarme.
Con sólo siete días hasta que una horda de feroces zombis ataque, tu objetivo es sobrevivir. Sin embargo, la supervivencia no es tan simple como satisfacer las necesidades. Es real supervivencia, un escape de una muerte casi segura que viene con una horda en el horizonte. Los enemigos no solo bloquean tu camino hacia la progresión, apareciendo cerca de montones de golosinas para ponerte a prueba. Llegarán de todas formas y se asegurarán de que no te sientas seguro en ningún sitio. ¿Asaltar una casa? La atravesarán. ¿Construir una base sobre pilotes para que no puedan subir? Derribarán los pilotes y el sistema de física hará que tu base se estrelle contra el suelo.
Eso significa que no tienes tiempo para asentarte, cultivar y empezar a automatizar la producción. Tienes que fabricar armas, construir defensas y encontrar formas novedosas de frenar el asalto para poder sobrevivir a la noche. Si lo consigues, el reloj del día del juicio final vuelve a ponerse en marcha, avanzando hacia algo aún peor. La dificultad creciente de cada horda rompe con el tedio que el bucle podría acarrear de otro modo.
7 Days to Die no rompe el reglamento por completo. La mayoría de sus sistemas son similares a los de cualquier otro juego de supervivencia en mundo abierto, con un ritmo constante de tala de árboles y recolección de plantas para fabricar nuevo equipo durante los primeros días. Pero al arrancar un par de páginas y presentar un obstáculo que no puedes evitar, cambia el ritmo de forma significativa. Te ves obligado a jugar más deprisa, instalándote en ruinas aleatorias que no parecen tu hogar. Te quita el lujo del tiempo, creando una experiencia de supervivencia que es a la vez familiar y única.