El Steam Deck demuestra que la practicidad es más importante que la potencia

Ahora soy el orgulloso propietario de una Steam Deck y creo que es fantástica. Es una auténtica maravilla poder tumbarme en el sofá y jugar a Like A Dragon: Ishin, o transmitir Resident Evil 4 -con un porcentaje de éxito bastante bajo, eso sí- desde el PC que tengo en la otra habitación. Incluso me he reencontrado con algunos viejos amigos. Bienvenido de nuevo al redil, Rogue Legacy 2.

Pero el tiempo que he pasado con el Deck me ha hecho pensar que mis prioridades de juego han cambiado. Ya no me entusiasman las consolas que prometen mejores gráficos o velocidades de carga ultrarrápidas. Al menos, no las grandes cajas diseñadas para el salón. En estos momentos, me entusiasma mucho más la practicidad de los dispositivos portátiles y su evolución. Puede que el Deck sea el futuro, pero también me ha devuelto a mi pasado.

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